3:45 de la mañana. Gusanoso rival y mórbido huésped.
Continúa la trenza imaginaria, ninguno da un metro de ventaja. Imploro a que mis jugos gástricos derritan con su ácido al fatídico bicho. En cambio, el extranjero despliega sus miles de dientes en mis órganos y desgarra milímetro a milímetro mis entrañas. Su voracidad es impactante, (me saco el sombrero ante él... bah, si pudiera mover los brazos).
Pero en un momento de conciencia del animal, se da cuenta de que él solo vive gracias a mí, a mi cuerpo, mis alimentos. Su existencia empieza y acaba con la mía. Entiende que matarme es arrojarse y arder en el infierno de los gusanos.
Increíblemente, llegamos a un inconsciente pacto de paz, él atenuará el ataque, me generará menos dolor a cambio de que yo no consuma ninguna pastilla anti parásitos. No veo otra alternativa que aceptar.
Hecho el acuerdo, se produce un fenómeno nunca visto. Este bicho foráneo, extranjero, parásito y amenaza de mi organismo, se funde a mis intestinos y pasa a ser parte de mí y yo de él.
¡Me vuelvo mucho más fuerte, lleno de vitalidad! Yo me encargo de los asuntos del medio exterior y como recompensa, el intrínseco gusano de mi medio interno, matando a todo parásito que ose instalarse, estimulando mis tejidos para proporcionarme más irrigación sanguínea, favoreciendo mi musculatura. Reconectará mis neuronas perdidas y aisladas para volverme mucho más inteligente.
No sé si cumplirá su promesa pero ya son las 3:46 am.
Nota: la primera parte aquí http://www.tubreveespacio.com/pensamientos-01marzo15/anqui-los-tomas.htm