Me crié en el Oriente
¡Allá por donde los hombres
se visten con botas y sombrero!
Donde el hombre es hombre…
Y no de un hombre elegante,
sino de un macho bravío,
y experto jinete.
¡De Jutiapa soy… con puro orgullo!
Nací donde el sol quema
las víboras, de cuya piel
se hacen cinchos.
Ahhh… pero ese orgullo
que tanto hablo;
A media noche… creo que lo dejé tirado.
Y ahí les va mi relato:
¡Soy hombre macho!
de tres a seis hembritas.
De quienes por la noche
iba a besarle
sus delgadas boquitas.
Pasando por el río estaba
con mi negro corcel.
Cuando aparece el cadejo
echando baba.
¡Perro tan canijo!
Quiso tirarse encima de mí.
Pero mi yegua, se paró en dos patas
clavándole dos herraduras
al desventurado cadejo.
Del susto que sentí,
solté las riendas
y entre rocas caí
golpeándome las piernas.
Quiso acercarse ese demonio,
más mi fiel corcel
con furia galopeaba.
Echaba su aliento
en su oxidado freno,
y al aire pateaba
con gran dominio.
El cadejo y mi corcel
lucharon sin tregua.
Toda mi vida se la debo
a mi valiente yegua
quien luchó con el cadejo.