No me verás derramar ni una sola lágrima, pero cuando llueva mira las gotas caer ya que cada una de ellas es una lágrima mía derramada por ti.
Las gotas que resbalan por tu ventana son intentos de acariciar tu piel una vez más, empañando la realidad con ésos recuerdos del ayer.
Los charcos de nuestros recuerdos estancados se evaporan con el amanecer y vuelven al cielo para tal vez un día volver a caer.