Si desde nuestra infancia, cultivamos y desarrollamos maravillosos nobles humanos,
evolucionaremos y lograremos ser entes íntegros.
Cuando principiamos a cono-
cer y desarrollar el valioso sentimiento nominado amor, potenciaremos nuestra capaci-
dad de empatía con nuestros hermanos y practicaremos solidaridad desde el recóndito más profundo de nuestros corazones.
Por amor, mil flores de tiernos pétalos, sembraremos en el mundo y nos despojaremos de toda vileza que corrompe todo espíritu humano.
Con amor, venceremos mil barreras que obstaculizan el sendero hacia la plenitud de la bondad y se potenciará la humanidad.
En el instante que comenzamos a iluminar mil almas, con fraternidad y generosidad, no sentiremos ni habrá lugar para maldad, ambición e injusticia en nuestro ciclo vital.
En vez de excluir, incluyamos.
En vez de discriminar, integremos.
En vez de de despreciar, respetemos.
En vez de ser selectivos, seamos pluralistas, equitativos, justos y humanitarios.
Porque cada hogar, nación y sujeto humano, que sea impregnado por la preciosa luz del amor, entregará humanismo e idílicos sentimientos humanos.