Imploraba el envejecido padre: Manuel, quiero conocer la Laguna Azul, fue mi sueño en mi juventud; llévame por favor hijo mio.
Como a tantos pedidos denegados y emociones asesinadas, esa mañana nuevamente: "Tonterías me pides viejo, ni siquiera puedes caminar bien, ni puedes mirar con claridad, y pides que te lleve de paseo" murmuraba Manuel.
Una mañana, días despues falleció el entristecido padre.
Manuel, lloró un río de lágrimas y hasta quiso arrojarse a la sepultura.
Solo me apena, que ignoramos la vida y las emociones de los desvalidos, y cuando muertos buscamos reivindicaciones celebrando unas exequias pomposas y de mucha vanidad, presentamos las más caras y bellas coronas sobre el ataúd. Yo les digo, TODO EN VIDA.