¿Por qué hablar hasta por los codos
si con la miraba basta?
El silencio es elocuencia
cuando un gesto lo dice todo
y la caricia, el abrazo lo confirma.
¡Qué elocuente es el silencio
cuando dos personas se entienden!
La comunión del espíritu,
y la mirada profunda,
las palabras son superfluas
¡Para qué pronunciarlas!