¿Por qué algunos seres humanos somos tan dados a crear nuestros propios infiernos? Recuerdo que, cuando era niño, mi abuelita decía que vinimos al mundo a sufrir y que, mientras más sufrimiento soportáramos, más cerca estaríamos de ganar el cielo. Yo lo creía. Pero en cuanto tuve conciencia del mundo y de lo que nos ofrece, me di cuenta de que el sufrimiento es opcional. Nosotros escogemos cómo queremos vivir. Y no tenemos que sufrir para ganar el cielo.
Es verdad que lo que interpretamos como “emociones negativas”, forman parte de todos los seres humanos y no podemos prescindir de ellas; están ahí para algo: forman parte de nuestro instinto de conservación. Son parte de nuestra mitad oscura: la parte que mantenemos oculta. Pero eso no quiere decir que deban gobernar nuestras vidas. Es, más bien, la forma en la que enfrentamos un mismo hecho, lo que nos va a llevar a uno o al otro lado de la misma moneda: felicidad o sufrimiento. De ahí la importancia de la “actitud”; la forma de enfrentar las cosas: ver el vaso “medio lleno” o “medio vacío”.