Ante los ojos de Dios
se puede amar con algún rastro de lujuria
ser codicioso en el amor,
soberbio, iracundo, envidioso
perezoso y envidioso
y sobrevivir a su castigo final y la muerte.
Acaso sobrevivir a semejante proeza
podría interpretarse como un acto de benevolencia
que parte exclusivamente de su grandeza
pero yo sé que no es así
y tú también lo sabes
cuando pones la otra mejilla.