¿Por qué, amada ajena,
no me di cuenta que tanto te amaba?
Ahora, afuera en el sillón del corredor
permanezco horas en silencio,
llorándole al atardecer tan puro y moribundo...
¡y yo no sé amarte de lejos!
No sé si la lluvia llora por mi tristeza,
o por tu ausencia, querida inolvidable!!
¡Lluvia sin más calor!
¡Noche de vigilia taciturna!
¡Días de alegría oscura, paupérrima, sollozante... !