Mi pequeña flor es dulce,
al despertar por la mañana
va corriendo a mis brazos
con su melena despeinada,
la estrecho contra mi pecho
y al besar sus mejillas blancas
sus desarreglados cabellos
tienen aroma de manzana.
Mi pequeña flor me entretiene,
me cuenta sus historias raras,
pero veo el reloj, se hace tarde,
el deber pronto me llama,
luego pone esa mirada triste
y se me estremece el alma,
cuando me abraza y me dice
con su vocecita quebrada:
Papá, quédate conmigo,
por favor ya no te vayas…