Despierto sin ganas de otro día, y será el último, pocos me creen, hoy llega el miedo, lo asumo y lo dudo, lo juro, de corazón advierte mi alma muerta que no es una amenaza, es una mentira que acabó siendo cierta, dejé la puerta abierta y una nota medio escrita, se leía con dificultad:
“Adiós mamá y papá -decía en ella- salí descalzo sin fuerzas, sin ganas, me imaginé en el suelo muerto y nadie lloraba, paseo por una calle solitaria, todo está oscuro y llueve, los faroles me observan y el paso del tiempo ¡me duele!”
Colaboración de Jaime Nolasco
El Salvador