El chico de la voz de cristal se despertó, fantaseando como solía hacerlo últimamente. Tenía en la mente que ese día sería aburrido. No estaba muy alejado de la realidad: la mayor parte del tiempo, su mente no se encontraba en el mismo lugar que su cuerpo.
Se sintió extraño, ya que tenía atención. Se trataba de una atención que al parecer le hacía bien a su alma quebrada. Era una atención de unos ojos claros, cuyo dueño era ese chico que conoció por casualidad en la puerta de su casa. Ese chico que le quitó el sueño por varios días, y que ahora estaba pendiente de él.
Colaboración de Christian Vera
Venezuela