Ver esas caritas, llenas de tierra, llenas de dulce, pegajosos y tiernos así son mis amores... Cada día lucho con ellos, tengo un agotado día, y ¡oh Dios! No me obedecen, por lo tanto, grito una oración a cada santo...
Sin embargo, no me veo sin ellos, que vida tan vacía esa sería, no puedo recordar la última vez que me sentí sola, porque después de ellos mi vida fue otra... Gracias hijos míos por darme alegría, por dar a mi camino un mejor sentido...
Espero estar mucho tiempo más, verles convertidos en lo que en su corazón lleguen a albergar… No dejen de abrazarme, no dejen de besarme que mi ilusión más grande es tenerlos cerca de mí… Yo estaré siempre como hasta hoy, al lado de mis pequeños, símbolos de amor.
Los amo mis niños, les amo traviesos, les amo, les amo...
En cada caída sanaré sus rodillas e impulsaré la necesidad de seguir. Aunque a veces piensen que no estoy ahí mi corazón les pertenece, también mi existir...
Dedico esto a mis hijos a quienes amaré más allá de la vida.
Christián y Marjulie Villafaña Chávez
Colaboración de
Mar
México