Divagar en mis caminos es dejar inconcluso lo que nunca tuvo inicio.... o quizá no fue importante... que más da...
Voy a referir "algo" de eso que da jartera leer, esta relacionada con el movimiento de un cuerpo y la retrospectiva de un alma en decadencia desde los inicios de un despertar, en lejanas épocas de inmadurez y somnolencia.
Estados de depresión y soledad eran fiel compañía en un espacio donde el porque no existía o mejor aún no tenía respuesta, flotar y brillar por luz propia era el requisito número uno para una época inexistente, una rutina sin cara, ni gestos y muchos menos sin lugar eran su entorno.
Cuatro paredes que revertían su silencio y estrangulaban los gritos de un alma sin voz, era el preludio de una faena que estaba por comenzar, lánguida, turbia, y escasa de libertad, era un pozo sin fondo que consumía su ser, sus deseos y sus primarias necesidades, y su cuerpo trémulo, ávido, deseoso, marchito antes de florecer yacía inerte a la deriva del camino.
Y para que soñar, si la ventana del ensueño estaba herméticamente cerrada, y los rayos del sol, dilatados sobre un punto muy cercano del olvido.
Que sensación tan absurda, que espacio tan reducido a donde había tanto surcos por sembrar, tantas ideas por tejer y tantos sueños por hilvanar, y todo se recogió allí, se encogió y se fracturó para siempre un cúmulo de ilusiones, de fantasías, y de amaneceres... y se enclavó en el tiempo algo así como un aviso de que todo en adelante, sería remoto, fortuito, somero y distante...
Colaboración de María Salamanca
Estados Unidos