Cuando la vida se reía de mí,
cuando todos me abandonaban,
cuando la espalda me daban,
cuando más lo necesitaba...
Cuando mi rostro mostró mi llanto,
cuando nadie me escuchaba,
cuando me traicionaban,
cuando más necesitaba reír...
Cuando la vida me ahogaba,
cuando no sabía como respirar,
cuando lloraba sin parar,
cuando todo iba mal...
Cuando perdí el rumbo,
cuando más te necesitaba,
ahí siempre estabas,
para borrar mi soledad...
Apareciste de repente,
me hiciste reír,
me hiciste sentir,
que la soledad dejaba de existir...
Para Pablo. Gracias por estar ahí, por saber hacerme reír, por confiar en mí, siempre con la verdad por delante ¡Te quiero!
Colaboración de Rocío Atanasio
España