Todo comenzó como una tonta apuesta. Pensé que nunca me enamoraría de ti, qué tonta, no te ignoré mientras tú te preocupabas por mí, me burlaba a tus espaldas engañándote con muchos más mientras tú sólo pensabas en verme.
Bien, pasó el tiempo, me enamoré, pero tú ya no lo estabas y te fui perdiendo; ya no me buscabas, ya no me llamabas, me dejabas plantada y lo peor fue que un día me dijiste que ya no creías en mí, que había robado tu inocencia y tu luz.
Al paso del tiempo me di cuenta que te había arruinado la vida, que te habías enterado que me burlé de ti y que sólo era una apuesta, pero ya no lo era, así que te pedí que me perdonaras pero no quisiste escucharme. Ahora han pasado años y aún me duele haberte hecho daño a pesar de que yo ya soy casada y tengo dos hijos. Te recuerdo a cada instante, perdóname por no amarte cómo tú lo merecías, aún no te olvido.