A mi amigo José Alfredo...
Y cada vez que al sol le dé sueño, cada vez que la sangre diáfana tiña el cielo, cada vez que se pierda el respeto que la noche siente por el día y ésta abrace a la claridad con disimulo, cuando el sol esté muriendo mientras la noche está pariendo a la luna, en cada ocaso, en cada atardecer, en cada uno yo veré tus ojos y no habrá ni uno sólo que no lleve tu nombre.
Quien no te conoció no sabía lo mucho que te gustaban los atardeceres, pero nosotros sí, nosotros si lo sabíamos...
Gracias por enseñarme a ver atardecer José, nos vemos.
R.I.P José Alfredo
Este escrito está dedicado a un amigo ya fallecido que me enseñó a apreciar un atardecer...
Colaboración de
Na light
Costa Rica