Aun recuerdo aquel nefasto día,
día en que cambió nuestra vida.
Aquella noche de luna,
igual que otras,
y a la vez como ninguna.
Acostados en aquella carpa,
tendida en aquella pampa
contemplábamos la luna blanca.
Sereno mirabas la belleza de allá arriba
seguro él, ya te llamaba desde allá arriba.
Y luego todos dormían como siempre,
y luego tú dormías para siempre.
Tú, joven fuiste padre,
yo, tan joven me quedé sin padre.
Ocho años han pasado desde que te fuiste
ocho años desde aquel día triste.
Me pregunté muchas veces, padre ¿por qué te fuiste?
es la ley de la vida hijo, me dijiste.
Si preguntaran qué padre fuiste,
con seguridad y orgullo diría el mejor,
y la madre que nos diste,
sin duda, no pudo ser mejor.
Colaboración de Ignacio Dávalos Huatangari
Perú