Hasta en el silencio
me has amado, Dios mío.
Tu amor tan grande
me conmueve.
Derretido está mi corazón,
... se aproxima tu exquisita presencia
en la tibieza de tu amor,
me envuelves en el halo misterioso de tu ser,
suavemente me conduces
en la espera silenciosa.
Sin palabras te recibo y percibo
del más grande y puro amor,
sintiendo tu presencia
que invade mi ser.
¡Es la anhelada comunión entre tú y yo!
Es la suave paz del secreto de tu amor por mí;
¡te amo, te amo, mi Señor, mi Dios!
por tanto amor que en
el sacro silencio...
¡Tú me das!
Colaboración de Susana Brooke
Canadá