Cerré mis ojitos y empecé
a divagar en un mundo
de ilusiones y fantasías.
Te miré allí tan alegre, tan risueña
como si fueras tan real
abrazándome suavemente
y susurrándome al oído cosas bellas.
Junto a ti,
paseábamos por esos lugares
que aún siguen muy vivos
los recuerdos dejados
en un inolvidable pasado.
Me sentía tan feliz
al saber que tus besos y tus abrazos
seguían siendo muy míos.
Y el sentir de tu cuerpo
aún estaba atado al mío.
Tu voz titubeante
cuando me decías te amo.
Tus caricias apasionadas
que recorrían lentamente mi alma
y el dulce aroma de tu piel
que hechizaba mi débil corazón.
Fue un momento tan maravilloso que viví,
parecía tan real, tan verdadero.
Que se convirtió en un momento
de imaginación y al despertar
sólo fue un sueño.
Colaboración de Jaime Cerón
Ecuador