Una noche brillante,
nada nuevo que contar.
He llegado al tercer cielo,
y aún no puedo alcanzarte.
Después de todo me hiciste valiente,
porque de entre millones de canciones,
mi garganta sigue cantando tu nombre,
y entre todas las noches,
te busqué en la más oscura,
y entre todos mis miedos,
enfrenté el de hablarte,
y entre todas las estrellas,
he escogido la tuya,
tan lejana, tan distante,
para armar constelaciones.
De todos los momentos,
rescataría el que nunca tuve contigo,
de todas mis realidades,
me conformo con la de nunca tenerte,
y de todas mis expectativas,
me quedo con la de amarte por siempre,
y si el mundo se incendiase,
sería capaz de volver a salvarte.
Así que abre tus ojos, detén esto,
mantén la firmeza, hiéreme,
pero no dejes que me siga elevando.
Y si me ves llorar, silba y vete.
En realidad, haz lo que quieras
pero no despiertes una ilusión en mí.
Se cuenta que Rho Cassiopeiae de seguro sea la estrella más distante. Al leer esta carta que escribí un día en clases, después de lo mencionado, se puede ver de forma clara por qué decidí llamarla así.
Colaboración de Carlos Palma
Chile