Piel contra piel,
desnudos entre labios de néctar y sudor,
se detenía el tiempo...
la tierra latía...
Apretados en un sólo cuerpo
(un hilo de deseo uniéndonos…)
Y la problemática existencial
durmiendo a nuestros pies.
Y tus ojos en mis ojos,
y los míos en los tuyos
se hicieron uno.
Y nos miramos por dentro.
Y nos besamos por fuera
hasta rozar el pecado...
Y fue sólo un ojo,
una escueta línea por la que nos miramos.
Y fue tu boca o la mía…
Fue sólo una boca con la que nos besamos.
Contigo logro la razón de mis brazos,
los más deliciosos ocasos,
el sentido de mis sentidos,
la finalidad de la piel de mi cuerpo.
Comprendo la escasez de mis dedos
perdidos en el llano de tu espalda...
Y tú… Me abrazas y nombras con tus manos
recorres mi columna
con el don del artesano.
Colaboración de Lao Nhier
Argentina