Blanca iluminada
tez de porcelana,
ojos serenos que
lágrimas vierten.
Mantilla de oro,
bordada con manos
de plata.
Una vela en su mano
sus ojos mirar querían,
sus labios hablar querían;
sus manos caricias daban.
Su amor blanco y puro.
En una urna de cristal
estabas, y yo cada tarde te
miraba.
Colaboración de María José
España