El recuerdo de tus caricias sobre mi cuerpo,
encandeció el sudor que provocaba el movimiento,
acaricié tus curvas con cada parte de mi cuerpo,
y con cada centímetro de tu piel perdí el aliento;
vestimos los gemidos con atuendos de trueno,
y resonaron en la habitación disfrazada de cielo tormentoso,
gritaste y gemí, corté tu aliento y tomaste del mío
en un beso húmedo e hirviente sabor vino tinto.
Fuimos relámpago entre las sabanas,
alumbrando la alcoba con el reflejo de la luna
en nuestros cuerpos sudorosos cubiertos de aventura;
como soplo de vida divino fue tu respirar contra mi nuca,
y como dedos de Dios moldeando mi existencia,
fueron tus pezones desafiantes de mi firmeza,
rozando contra mí pecho mientras danzaba,
al usar tus gemidos y palabras como sonata delicada
retumbando en las paredes barnizadas con nuestro aroma.
No me veías ir hacia ti, nunca me separé de ti,
nunca salí de ti, no me veías…
pues el éxtasis que provocaba la inundación,
te obligó a cerrar los ojos, apretarme contra ti,
explotar conmigo y hacernos uno en un sólo vivir.
Colaboración de
Fabián Arturo
Colombia