Se abrieron mis ojos
frente a tan bello reflejo
Y descubrí su rostro
como pintado en un lienzo.
Despertó mi día; hablé con el silencio
Y sin tristeza ni pena
le sonreí al tiempo.
Me miró.
Lo miré.
Y entre miles de ruidos, oímos el momento.
Hoy, se abrieron mis ojos
Y una nueva emoción
cruzó mi alma, dejando su aliento.
Me besó
¿Me sonríes? -pregunto-
Y bebió de mis labios
como nadie bebió…
¿Te gusto? -dijo-
Y un suspiro oculto
de mi pecho asomó.
¿Me sonríes? -preguntó-
Y me volvió a besar.
Mi boca cedió
a su ternura inmortal.
¿Te gusto?-dije-
Y una frase de su garganta,
en mi alma sombría,
Brilla, hoy, y alumbra esta lira.
Ay, sentir; volver a sentir
ese engendro de eterna poesía
que perfuma mis noches
Y colorea, de verde, mis días.
Y son sus besos abiertos:
“murmullo de vida”
Una luz nueva
de adoración infinita.
Nos abrazamos
¿Por qué tiemblas al abrazarte?
Deja que entre el sol
Y temple esos miedos
que la hipocresía, ajena, te engendró.
No llores, mujer.-me dijo-
muéstrame el abril de tu corazón
Y derrama ese torrente de fe volcánica,
deseos y flores de pasión.
Nos abrazamos. Sí. Nos abrazamos
Y en su pecho me aprisionó
Y sentí como su latido
en el azul del cielo, me dibujó.
Nos abrazamos. Sí. Nos abrazamos
Y la paz desde su ventana nos miró
Y con un fuego flotante; quieto
de nuevo me besó…
¡ay, me besó…!
Colaboración de Antonia Ceada Acevedo
España