Basta con pensarte
para formar mi recuerdo,
encontrar tu ausencia
en la escena del averno.
Entiendo del duelo
como verdad amarga,
caminando despacio
en montañas empinadas…
Son sólo esos sueños
que nos dictaminan,
un caminante errante,
una sutil utopía…
Se trata de coincidir
de un modo paralelo,
corazones mutuos
con algún sueño.
Conciliar dos mares
de corrientes naturales,
tu sangre y mi sangre,
y el día en asideros.
No somos mártires,
somos guerreros;
presos del tiempo y
de unos cuantos cuentos.
Furiosos de un amor
enraizado y escondido,
de unos labios con delirios,
grises de tanto olvido.
De rincones tranquilos
que confiesan que tengo,
tu magnificencia de oda
arrancada desde el cielo.
Entre el alma y el pecho
dejamos algo congelando,
de ritmo lento, frío, pero vivo,
no es el tiempo, si no ser el olvido.
Colaboración de J. Anzo
México