Ayer yo pude notar, con pura curiosidad,
que mi gallo no era tan gallo na'
mi gallo era homosexual.
Yo le tiré tres gallinas, pa 'que tuviera mujer;
¿Y saben que hacia él? que se ponía a cantar.
Las gallinas lo acosaban, para que hiciera el amor,
y él se trepaba en un gancho;
creyéndose un gran señor.
Y yo que me desvivía comprándole buen maíz,
para que tuviera crías y llevarlo a la gallera,
y a mis amigos decía; mi gallo no es un gallo cualquiera.
Ese día me enfurecí y lo saqué de la jaula,
lo agarré por el pescuezo y como tres vueltas le di.
De mis manos se soltó y cayó en una maleza,
me fui para con certeza, ver si bien muerto estaba;
y el condenado aleteaba todavía con más fuerza.
Otro gallo que me vio, corrió y vino en su ayuda,
y le dije:-¡Si tus plumas tú las quiere conservar,
arranca y vete a volar, que no te dejaré ni una!
Entonces el mío volteó la cabeza para atrás,
y me quiso hasta tirar una patada en la mano.
Ahí le grité a mi hermano -¡Ponte agua a calentar!-
que verás como este gallo ya no volverá a cantar.
Él me dijo:-¡No lo mates, déjaselo a las gallinas!-
y gritó mi otra vecina:-¡Muchacho, si no las quiere pisar!-
Preparé los condimentos para un sopón preparar,
y llegaron "Pepe Luis", "Cabito el de Felipa",
y un teniente amigo mío de la guardia nacional.
Yo los invité al sopón de mi gallo homosexual;
y también les advertí que comieran con cuidado;
por si acaso el condenado, en uno de ellos; no volviera a reencarnar.
Colaboración de José Miguel Pérez
Amézquita
Puerto Rico