Hoy por fin me has visto, pero sé que tratas de olvidar lo que realmente viste en mis ojos, en mi corazón y mi alma, tratas de quedarte con la imagen recordada y santificada.
Pensaste que descubrirías un mundo lleno de alegrías, fantasías y colores, e intentabas quitarme la careta una y otra vez, para ser feliz a costa mía, a costa de lo que pensaste que provocaría en ti.
Y hoy, justamente hoy, me siento cansada de esconderme de ti, de esconderme del mundo, de esconderme de mí.
Tómame, mírame, siente pena por mí, insúltame, quiéreme o mejor ódiame, estoy más acostumbrada.
Mira el desastre que soy, mira todos mis miedos, odios, rencores, amores, dolores, ni siquiera estás en ellos.
¿Estás feliz ahora? Soy aún peor que tú, y estabas equivocado, sí existe alguien más miserable que tú, y lamentablemente amas a esa persona.
Ahora toma la careta y ponla en su sitio, seguiremos caminando juntos sin importar lo que escondo, sin importar si sufro, sin importar si mis lágrimas manan bajo mi disfraz, ahora eres tú lo único que importa, en realidad siempre ha sido así.
Esta vez te equivocaste, olvidaste amarte a ti mismo, y creíste amarme a mí, creíste que la felicidad tenía mi rostro y no el tuyo.
Pero no te preocupes, finges casi tan bien como yo, ya sabes, es mejor así, ponte también la maldita careta, antes que lo haga yo, si no lo haces me alejaré de ti. Tú decides.
No, las cosas no son así, tu no entiendes nada, no necesito ayuda, menos la tuya.
Ayúdate a ti primero, ¿acaso no puedes ver que yo soy la
que te está ayudando? Me haces daño y a la vez me causas
pena, ¿por qué estoy contigo? Difícil pregunta, ni
siquiera sé porqué, solamente estoy, solamente soy.
Colaboración de Alejandra González Garrido
Chile