Ya no tengo inspiración,
ya no puedo hoy escribir,
en tinieblas te marchaste
y mi alma comenzó a gemir.
Mi bienquisto querubín,
mi amigo y confidente,
no he podido ya cantar
desde el día que dejé de verte.
A ti consagro mis versos;
la melodía a ti elevo,
aunque espero escuche mi canto,
Aquél, que te llevó primero.
¿Porque Hacedor siempre te ensañas
con quien jamás te ha ofendido?
Mientras que a tu adversario
lo tratas cual fiel amigo.
Adiós, adiós, amado mío,
jamás te podré olvidar,
pues aunque el dolor disminuya,
jamás te podré olvidar...
Colaboración de Hadenai Hernández
México