He vuelto a sentir el calor de tu presencia,
la ternura honesta y sinfín de tus caricias,
hoy tiene sentido mi existencia,
y tu amor se expande con albricias.
Por ti, la felicidad acaricia mí ser,
mujer de ojos tiernos y soñadores,
ilusión que forjas los amores,
trigal codiciado del campo andino,
ansiada perla del coral divino.
Manantial fresco y diamantino,
arroyo que alimentas y das vida,
ruiseñor que en toda la campiña
irradias con la suavidad de tu mensaje,
aromas de paz, amor y esperanza
mi adorada niña.
Colaboración de Luis G Machado S
Ecuador