No hablo como un animal prehistórico y herido en sus sentimientos; o como una de esas damas con costumbres extremadamente higiénicas y poco o nada atrevidas. Soy más un poeta mundano, que uno académico o profundo librepensador… ¿o purista? Soy frívolo con los colegas traicioneros y con los que aún sufren escondidos, dentro de las gavetas de sus escritorios o en el closet de los checheres y cachivaches.