Sentada en la sala de mi casa vieja; mirando mi rostro
en el espejo
Pasaron por mi mente recuerdos de antaño, cuando era una niña
sin temor a algún daño.
Con mi mente fresca como hermosa rosa que está en el jardín, linda esplendorosa.
Corría por los campos, con mi cabello largo que me llegaba a la cintura que lo movía el viento, con mucha dulzura, mojaba mis pies en la orilla de los ríos que llevaban agua para los arrozales, era libre como el aire, y libre en mis pensamientos.
Corría por los barros de los arrozales
No tenía miedo, ni temor a nada.
Con mis pies descalzos con olor a barro con mi mente limpia sin olor a malo, no conocía la maldad no sabia de engaño.
Hablaba con las flores y ellas me escuchaban, les contaba mil cosas de lo que me pasaba.
Si una espina me hinqué la sacaba y sané, en fin todo era hermoso mas el tiempo ya pasó.
Si me amaron no lo sé, si amé no lo recuerdo. Ahora veo por el espejo que una lágrima corre, por este mi rostro viejo.
Y volví a la realidad, di una vuelta a mi silla y sequé
mi lágrima con un pañuelo antiguo que me regaló un
amigo, si lo guardo no se porque, pero su nombre lo llevo aquí
adentro.
Colaboración de Elizabeth Pompa C.
Perú