Se mecen las hojas del árbol en el vaivén del atardecer. Con sutil armonía ven el tiempo correr, la lluvia las acaricia y el viento las ha de estremecer.
Algunas han caído y nunca han de volver ha mecerse en el árbol que las vio nacer, como los días de mi vida, los días de mi ayer, el pasado pasado es y nunca mas ha de volver, el mañana incierto es hoy quiero mecerme en el árbol de la vida y disfrutarlo a mas no poder como esas hojas peregrinas, que el viento ha de estremecer.
En el vaivén de la vida, en el anochecer de un bello atardecer, las páginas de mis días escritas están, antes de nacer irán cayendo una a una ¿hasta cuando? no lo sé.
Solo se que este día viviré con alegría, y de agradecer no me cansaré de ser hoja peregrina del árbol de la vida al que Dios me permitió nacer.
Colaboración de Edith Santana Díaz
México