Han pasado ocho meses, quizá más. Hace tanto tiempo que no nos vemos las caras que temo que pueda olvidarte, me engaño haciéndome creer que eso sería posible. Jamás podré borrar de mi memoria tu voz, tu risa, ni siquiera tus tormentosos ojos, que cualquiera podría temer, pero que yo aprendí a amar.
He dejado de contar las lágrimas derramadas en tu ausencia. He dejado de llamarte a gritos, en silencio. Ya no susurro tu nombre envuelta en la tristeza de los recuerdos. Trato de decirme que ya ha terminado, que ya es hora de terminar, pero sé que eso no es posible. No hoy, tal vez nunca.
Quisiera pensar que contigo pasa lo mismo, pero entonces recuerdo que fuiste tú quien me arrancó literalmente el corazón del pecho.
Han pasado muchas cosas desde entonces. El cambio que había advertido hace tantos meses ya es un hecho, y la certeza de que no soy la misma me desgarra por dentro. No sé qué ha pasado con esa niña dulce e inocente que soñaba con alguien que la quisiera; no sé dónde está ahora, pero la quiero de vuelta. Como si eso fuera posible.
Ya no sé qué esperar de mí. Me he ido alejando poco a poco de todo aquello a lo que estaba atada y lo poco que me queda me está manteniendo aquí. La gente me sonríe cuando me ve pasar, pero retrocede cuando yo les sonrío de vuelta. Hace ya mucho que ninguna de mis sonrisas es verdadera, y ellos comienzan a sospechar.
Se están haciendo a la idea de algo que forzadamente me he obligado a comprender. No me queda un gramo de empatía en el cuerpo y la soledad ya ni siquiera me duele. El agujero en mi pecho es tan grande que ya ni siquiera lo siento. Nuestros amigos se sorprenden cuando ven las pequeñas muestras de crueldad que les enseño. Ellos quieren creer que me engaño a mí misma y a veces les creo.
Me siento bien disfrutando del dolor ajeno. Se siente mejor ser la que lo provoca. Les doy miedo y no se dan cuenta, se aferran a una figura que ya no existe. Quiero encontrar a la princesa que habita entre toda esta mierda, pero siempre termino topándome con el dragón que la ha devorado. Lo he visto en sus ojos. He sonreído cuando sus muertes se hicieron las mías.
Seamos honestos, tú no eres el culpable. No lo soy yo, tampoco. Quizás todo fue así desde un principio, solo que nada había despertado al tigre dormido. Hasta que llegaste tú. Quizás es por eso que mi mentalidad es ahora distinta. Tal vez por eso no me disguste ser como soy, con el mal carácter, la crueldad, y todo.
Me gusta compararme con bestias, monstruos. Ellos son impredecibles, siempre listos para la matanza, salvajes, incontrolables. Crueles. Puedes cambiar la palabra monstruo y sustituirla por mi nombre, y entonces las cosas no sonarían tan morbosas.
Yo sé que tú no quieres oír de esto. Jamás vas a hacerlo, de hecho. Nunca vas a leer esto, y si lo haces, no creerás que es a ti a quien le escribo. No sabrás que soy yo quien está detrás de estas frases. Puedo ser cualquier persona, al igual que tú puedes ser cualquier otro, que desliza sus ojos en este texto, pero no reconoce sus palabras.
Te echo de menos. Tanto que mi pecho arde. Lo suficiente para que mi pecho arda. Quiero armarme de valor e ir a tu encuentro, cambiar las cosas, pero debo admitir, tengo miedo. No quiero que veas en lo que me he convertido. No, no quiero que seas testigo de lo que verdaderamente soy, fui y seré hoy y siempre. Sé que sonreirás al verme, pero también sé que darás un paso atrás cuando te sonría de vuelta. Todos lo hacen.
Terminaré haciéndote saber que aun no he amado a nadie. No tanto como a ti, ni tan poco como a mí, pero quiero que sepas que nadie ha ocupado ese lugar en el hueco de lo que fue mi corazón. He tratado innumerables veces de que eso suceda, pero simplemente no estaba destinado a ser.
Si lees esto, entonces, tal vez sepas quién soy con el broche final que le daré a esta breve historia.
"No había nada dulce o suave en nuestro último beso; estaba lleno de dolor y desesperación, del amargo conocimiento de que pudimos haber tenido algo perfecto, pero simplemente no estaba destinado a ser."
Yo solía llamarte Sir Kéios.
Colaboración de Sir Kéios
España