Un labrador iba todos los días a buscar el resultado de su cosecha. Pasaba el tiempo, y al ver que no había resultado, se volvía a su casa. Un día el labrador se cansó de ir y decidió no volver a su campo. Pero fue ese día en el cual sus semillas brotaron así como él quería.
No te rindas: pase lo que pase, no dejes de perseverar en Dios y la oración, porque el día que delante de su presencia no vayas a clamar por lo que sea, quizá ese sea el día en que el señor tenga planificado responder tu petición.
Recuerda que Dios es perfecto, y en el momento perfecto hace su voluntad.
Colaboración de Leo
Puerto Rico