Empecé hace poco una nueva etapa, inconscientemente. No me imaginé, en ningún momento, que tantos cambios fueran capaces de producirse en tan breve período de tiempo.
Ello me ha dejado 'trastocada', con mil preguntas en la cabeza, pero
una dominante: ¿Quién soy?, y, lo más importante,
¿Quién seré en el futuro? Es decir: ¿Seré
una persona feliz y eficiente en su trabajo?, ¿Tendré una
vida estable?
A lo largo de los años me he ido convirtiendo en lo que soy ahora:
una mezcla de sentimientos, pensamientos, opiniones, acciones, etc. que
hacen de mí una 'Don nadie', ya que cuando hay miles de cosas mezcladas,
tienes un problema que te convierte en la nada, o en una persona que debería
aceptarse a sí misma rápidamente, si no quiere acabar yendo
-cada dos por tres en un futuro- a un consultorio psicológico por
problemas de aflicción.
A lo largo de mi vida he tenido que superar muchos retos, muchos problemas
(supongo que todos estamos obligados a hacerlo), pero creo que algo no
encaja. Algo se debió de quedar atrás, en el pasado, y sin
embargo se encuentra en el presente. No pedí esta vida, este modo
de vida; pero es lo que hay.
No elegimos a los padres, ellos eligen tenernos -o no-, pero al fin y
al cabo, estamos aquí por alguna razón. Queramos o no, tenemos
una vida, y tenemos que tomar las riendas de la misma para poder recorrer
el camino que hayamos decidido.
En la adolescencia es cuando empezamos a ver las diferentes opciones que
tenemos, y en la edad adulta empezamos a recorrer el camino (o llegamos
a él). Pero muchas veces, el proceso es mucho más lento
y llegamos a la edad adulta sin ni siquiera conocernos -algo esencial
para saber 'qué posibilidades tienes de...'- (el lector tiene la
opción de acabar esta frase). Entonces empiezan los problemas.
Y nadie quiere llegar a tal extremo.
Yo no pedí trabajar tan pronto. Me dejé llevar por el 'premio'
económico que daban.
El primer día no pude evitar las lágrimas. Trabajar en un hotel, poner tiquets a las botellas, entregárselas a los/as camareros/as para que se las lleven a las mesas, limpiar cubiertos...
Sin duda, nada deseable. Mucho estrés. Agobio. Hoy tengo mi primer día libre (la semana que viene tendré el último), y me he dado la oportunidad de analizar todos estos cambios que se han producido en tan sólo 7 días. No sé si agradecer a mi madre que me dijera que había trabajo en el hotel, pero todos estos cambios que se están produciendo -tal vez- en un futuro hayan merecido la pena.
Sí, todo este sufrimiento emocional servirá de algo. Espero. En caso contrario, me dedicaré a escribir relatos tristes hasta el fin de mis días.
Colaboración de Mónica
España