Aún recuerdo el primer día que te vi; tus expresiones, tu voz, tu sonrisa y tus manos hábiles hojeando un libro de filosofía, eras sin duda la persona más interesante que había escuchado en mi vida, cada palabra hacia que las conversaciones fueran un delirio, un verdadero placer.
Aun recuerdo el primer día en que te vi, y desde ese momento, no quise separarme de ti.