En el suave sonido del silencio.
En la soledad… siempre agradable compañía,
Si la aprendes a querer.
En el último rayo del sol al caer la tarde,
Y en la silueta de esa montaña donde se esconde;
O en el vasto y visible horizonte,
Y más allá… donde nada se ve.
En el frío que llega con la penumbra, allí…
Cuando la noche lo arropa todo.
En el calor de aquella persona, esa…
Que siempre está para ti.
En tu corazón descosido y vuelto a remendar.
En un tibio y loco beso apasionado.
En cada respiro al cerrar los ojos,
Y sentirte vivir… y no solo respirar.
En cada gota de agua cristalina.
En cada llama de fuego encendida.
En la tierra bajo tus pies descalzos;
Y en la caricia del viento sobre tu piel.
En cada lágrima.
En cada sonrisa.
En todo el sufrimiento;
Y en toda la alegría.
En el camino ya recorrido y lleno de errores,
Pero también familia, amigos y miles de cosas buenas.
En cada paso de ahora, en que tus piernas tiemblan,
Y aunque tus pies te sangren.
En aquel lugar… ese de allá… justo al que quieres llegar,
Del que no tienes nada, del que lo quieres todo.
En cada palabra.
En cada latido.
En cada pensamiento;
Y cada suspiro.
En la sombra de cada sueño imposible hecho realidad.
En el amor de todo aquel que lo comparta contigo,
Y en aquellos… que aunque no sea a ti, igual aman.
En el dulce rostro de un niño al sonreír.
En esa bendición que entrega una madre al despedirse.
En la confianza de que nunca jamás estarás solo,
Aunque no puedas ver quien te acompaña.
Te pido que vivas en todo eso y más…
Porque hay mucho más.
Vive, y no te dejes morir.
Nunca es buena la muerte antes de la muerte.
Vive, por favor… ¡VIVE!