Hubiera sido genial que un buen día nos hubiéramos animado a platicar, animarnos a compartir nuestros miedos e inquietudes.
Hubiera sido genial que nos hubiéramos conocido sin miedos y sin rencores.
Qué padre hubiera sido que nos hubiéramos conocido desnudos del alma y nos hubiéramos atrevido a poner en la mesa nuestros corazones ardientes.
Quizás el rumbo de nuestras vidas hubiese sido diferente.
Pero como el hubiera desafortunadamente no existe, solo nos queda ver cómo nos alejamos cada vez más y así será hasta que nos convirtamos en unos completos desconocidos.
Autor: Angélica Olalde (México)