¿Por qué me ocultas? si huelo a bueno, uso tacones,
y llevo alhajas que me engalanan.
¿Por qué no tomas mi mano cuando la calle cruzamos?
Si allá en la cama, tomas mi cuerpo
todo completo y sin reservas nos hacemos uno
por muchos momentos.
¿Por qué nunca me has dado una flor?
Soy una dama, que como nadie te ama en la cama.
Y espera en silencio que ese milagro llegué un buen día,
porque aunque fuerte y decidida, soy igualita
a una dulce conejita.
Soy una dama. Quiero una flor en la mañana.
No te lo digo, y nunca te lo diré,
pero sueño con flores
mientras escucho tus historias de mil amores.
¿Por qué si es fácil darme alegrías,
nunca te ocupas de nada mío?
¿Por qué me ignoras cuando no hay sexo?
Soy una dama no se te olvide, y como un príncipe yo te traté.
Nunca hay un grito, ni un reclamo,
sólo te miro cuando nos miramos,
el resto de tiempo nunca he sabido a qué jugamos.
Un día me canso y ya más nunca estaré.
Nunca sabrás que soñé en silencio con paseos tomados de la mano,
con sueños juntos, con tu alegría y con la mía.
Hasta con hijos, con casa y perro,
mientras corrías despavorido, sin darme tu mano.
Cuando me vaya ni lo sabrás
porque desapareceré un día cuando camines,
al voltear ya no estaré. Te quería para una vida
y para mí la vida puede ser solo hoy,
ya mañana será otra cosa, por eso hoy lo quería pleno
mientras corrías y te ocultaba de no sé qué.
A nadie encierro,
porque la libertad es el supremo amor que sé dar.
Me cansé.
Quería me ayudarás con tu abrazo a soportar
andar el camino, contigo andando más adelante
era más duro que en soledad.
Ya no corras, ya no me escondas, que me evaporé.
He podido ser tu alegría, pero me fui.
Mira a la calle, ya no estoy.
Mira a tu espalda, yo ya me fui.
Recuerda la cama, ya no estoy,
oye los halagos que nunca escuché.
Mira tu teléfono, déjalo libre
No escribiré.
Recuerda todo, porque más nunca el tiempo vuelve
Y ya desde este instante no estaré.
Y tu condena no sólo será saber que pude ser,
sino en silencio como yo permanecía,
deberás extrañar un poco,
pero a nadie podrás contar de mí,
porque en tu historia nunca existí.
Te dirán loco, si al caso dices
que dormías con una dama que ya no está,
que nunca estuvo por tu afán de querer ocultar.
No te avergüences ya nunca más.
Y sé valiente. La próxima dama, que no seré,
llévala de la mano que todos digan,
lo que prefieran, pero sé feliz
así te duré un solo día, mira el sol con ella
ríe con ella, toma su mano y dale una flor.
Yo no estaré, mi camino de nuevo comienza.
Y tal vez en la calle jamás te encontraré.
Pero un recuerdo, más amargo que dulce de ti tendré.
Adiós, ambos perdimos. Perdiste tú y perdí yo,
por no vivir… por no atreverse a retar el sol, la brisa,
a las chismosas y hasta el pasado de moda honor.
Adiós. Ya no me ocultes, que ya no estoy.