La existencia, obsequio, mérito evolutivo o en su defecto, una oportuna coincidencia; independiente de la razón o razones que nos permiten “existir” estamos acá, existimos. Así mismo por principios para los más crédulos o hipótesis para los escépticos ese existir es limitado, frágil y efímero, más de lo que seguramente se quisiera.
Lo cierto es que nuestra existencia termina antes de lo que se quiere o de forma abrupta, arrebatándote la posibilidad de organizar tus cosas o asuntos como se conoce prepararse y preparar a esos seres queridos para la muerte, dejar de existir.
Aunque esta reflexión inició esbozando el sentir y pensar sobre la vida, cuando se mira el bosque y no solo al árbol, si disertas sobre la vida cabe otorgar un espacio a la muerte.
Muerte ese estado o condición del cual no podemos escapar, dicho en palabras de Steve Jobs, “es lo único seguro que tenemos en la vida”. La cuestión es; interpretar que se apagó la existencia o terminó el tiempo antes de lo esperado para un ser querido? Ese interrogante inicial sirve de abono para otros no menos relevantes, así por ejemplo cuál es el tiempo justo para partir ¿? Por qué si desde siempre hay conocimiento que llegará la muerte pocas veces hay preparación para lo inminente? Muy seguramente la respuesta que evoca en primer momento es, porque me gusta la vida, soy existencialista, la vida es bella, todas estas razones válidas y completamente respetables.
No obstante, siendo seres pensantes, aquello que nos hace humanos es visceral, por encima de lo racional. Siendo la condición emocional quien nos conduce a estados de tristeza, ira, frustración, impotencia, culpa, negación entre otros al perder un ser querido, tal vez es saber que se volverá compartir con esa persona, que quedaron pendientes, que faltó tiempo por y para compartir, y muchas razones más han de ser los detonantes de los sentimientos y emociones antes relacionados.
Esas pérdidas sensibles muchos las hemos vivido y cierto también a todos las vivirán, las lágrimas en abundancia son huéspedes recurrentes en estos casos, si son sinceras es buena manera de descongestionar el interior que se encuentra abarrotado por un cúmulo de emociones y particularidades por la sensible pérdida.
Recordar lo mejor de ese ser que ya no está en existencia, evocar los espacios compartidos, mostrar nuestra mejor versión para esa persona, son acciones que apoyan el proceso de asimilación, porque aunque duele debes continuar no puedes desfallecer, tienes el tiempo, que faltó a un ser querido.