Sé que duermes mientras mi alma vela, se escapa de mi cuerpo y vuela hacia ti, se posa suave y delicadamente a tu lado, acaricia tu rostro y suavemente se desliza hacia tus blancos, dulces y delicados pechos.
La suavidad de tus pechos me enloquece y despierta a quien en cada encuentro furtivo te llena de placer; llevándote a cada dimensión, a cada estrella, a cada constelación mientras alcanzas el más delicioso y prohibido de los orgasmos.
Así, mientras duermes tú eres mía aunque la sociedad diga lo contrario.
Tus labios me besan apasionadamente y nuestros cuerpos responden a la sensaciones de nuestras caricias; tu humedad se deja sentir y mi virilidad se deja ver, palpar y acariciar.
¡Acaba con mis fuerzas! déjame experimentar la debilidad de mis brazos, para liberarte suavemente de entre ellos. Después de una fiesta de murmullos, gemidos y caricias clandestinas que nos hacen sentir lo indecible, lo inexplicable... lo indescriptible.
Mientras mis dedos se deslizan por tu pelo mi imaginación vuela y te vuelvo a hacer mía una y otra vez... duerme Cristina mientras mi alma vela...