Elena, fue una joven madre soltera, que vivía sola con su pequeña hija Jennifer, de solo dos años de edad. Se habían mudado hace muy poco de una zona rural a la ciudad. Su nueva casa era grande, elegante, y cómoda. Tenía un leve estilo colonial, dándole un aire antiguo y místico.
Todos los días jugaba con su hija, la cual amaba con todo su corazón. Le leía cuentos, y juntas, veían Televisión. Además, cuando se sentaban a la mesa, le enseñaba a rezar, dando gracias a Dios por los alimentos, y por gozar de buena salud cada día.
Una noche, cuando dormían profundamente, comenzaron a escucharse extraños ruidos en la casa, los cuales se volvieron cada vez más fuertes; hasta que Elena despierta súbitamente, mientras que su pequeña hija continuaba durmiendo. Así es que, se levanta rápidamente para recorrer y revisar la casa, pensando que tal vez podía tratarse de un ladrón. Sin embargo, todo se encontraba en su sitio. Por lo tanto, no hubo ningún indicio que alguien haya entrado o salido de la casa. A pesar de eso, en el transcurso del día, no se escuchaba nada inusual, no obstante, a la siguiente noche, los extraños ruidos se intensificaron cada vez más. Se sentía un constante abrir y cerrar de puertas y ventanas, pasos en las escaleras, y todo tipo de situaciones poco comunes. Por esa razón, Elena nuevamente se despierta estrepitosamente a medianoche, mucho más nerviosa que la ves anterior. Cuando de pronto, grita horrorizada: ¡hooo Dioos mióoo!, ¡mi hijaa no estaaa! Por lo tanto, empieza buscándola desesperadamente por toda la habitación, ya que la puerta se encontraba con llave. Aun así, no había rastros de ella. A continuación, coge el teléfono para pedir ayuda; y en ese preciso instante, se escucha una escalofriante vos proveniente de otro mundo que le traspaso los huesos, y la paralizo casi por completo; la cual decía: “Tu hija esta conmigo en otra dimensión, si deseas que vuelva, tienes que hacer unos sacrificios a cambio para que yo pueda descansar en paz”. Entonces, la madre se arma de coraje y contesta: “¡Haré lo que seaa!, ¡pero por favor, devuélvame a mi hijaa!” Por lo tanto, el invisible espectro, comienza a materializarse frente a una de las ventanas, el cual tenía una apariencia difusa y transparente, con un antiguo atuendo al parecer, venido de otra época. Este último, vuelve a dirigirse a Elena y le dice: “Tienes que demostrar todo el amor que sientes por tu hija, superando cuatro pruebas que te indicare, de lo contrario, jamás volverás a verla”. Por esa razón, Elena con una triste mirada contesta: “Estoy preparada para cualquier cosa por mi pequeña”.
Debido a que el misterioso espectro poseía un gran poder sobrenatural, la transporta en cuerpo y alma a un lugar de la tierra totalmente desolado, sin comida, ni agua, y de un calor extremo, indicándole: “Te dejare en este sitio hasta que vuelva, si me llamas antes de que yo regrese diciéndome que ya no puedes mas, habrás fallado en la prueba, y no podrás ver a tu hija nunca mas”. La madre accede positivamente diciéndole: “Mi pequeña, es lo que mas quiero en el mundo, y estoy dispuesta a entregar mi vida si es necesario”.
Después de estas ultimas palabras, el implacable fantasma se retira. Así es que, la valiente madre, solamente con su bata y sandalias como protección, se queda sola en un desierto sin nada para beber y alimentarse; con un calor despiadado y bestial. Sin embargo, sigue adelante, rogándole a Dios que le entregara fuerzas para superar la dura prueba.
Tal ves, pasaron largas horas, desde que la dejaron abandonada en aquel inhóspito lugar. Fue entonces, cuando el sol castiga sin piedad a la pobre mujer, causándole una terrible fiebre, y a continuación, su frágil piel empieza a quemarse. Luego, se formaron horribles yagas en todo su cuerpo, y la sed y el hambre la estaban torturando. A pesar del enorme sufrimiento de la joven madre, aun no se daba por vencida. De todas formas, estaba delirando por la terrible fiebre, y el ardor en su cuerpo producto de las horrendas yagas; fue insoportable. En consecuencia, intenta resistir todo lo posible, hasta que finalmente sin darse cuenta, pierde la conciencia.
Cayo la noche, y el cruel fantasma estuvo de vuelta, el cual la observo por unos instantes. Elena, lentamente abre sus ojos, y se da cuenta que aun sigue con vida; y percatándose que el misterioso espectro había regresado. Por lo tanto, este, nuevamente se dirige a ella diciéndole: “As pasado la primera prueba, pero aun falta un largo camino por recorrer”. Entonces, el despiadado espíritu en esta ocasión, la transporta a otro sitio.
Sin embargo, llegan de noche a una zona rural, dirigiéndose a un campo de tierra cubierto con horrendas espinas. Por lo tanto, el espectro vuelve a dirigirse a Elena para indicarle lo siguiente: “A este campo de tierra y espinas lo llaman: “El valle de las lágrimas”; es un lugar, en donde capitanes, tenientes, y sargentos militares, junto con sus soldados, realizan simulacros y ensayos de guerra. Así es que, lo que harás en esta ocasión; deberás cruzar este campo de espinas completamente y con los pies desnudos, si no lo haces, ya conoces las reglas”. Dicho esto, el fantasma se retira.
Totalmente débil por la prueba anterior, y por la falta de comida y agua; Elena trataba de hacer su mayor esfuerzo. De todas formas, aun continuaba con fiebre, y el constante ardor, producto de las profundas yagas en su cuerpo. A pesar de eso, lentamente se saca las sandalias, y poco a poco intenta atravesar el campo. Así es que, inmediatamente las horrendas espinas comienzan su cruel trabajo, dañando y perforando los descalzos pies de la pobre madre. Por ese motivo, los gritos de dolor fueron inevitables. Por esa razón, cada paso que daba, se transformo en un verdadero infierno. No obstante, siguió adelante. Sin embargo, el infernal campo de espinas, se convirtió en una verdadera tortura para ella. Por lo tanto, cuando apenas estaba en mitad de este, se dio cuenta que el sufrimiento era realmente insoportable, y de pronto, sintió que ya no podía más. Así es que, se detiene por un momento, rogándole a Dios diciéndole: “Por favor señor, grande y poderoso, ayúdame a soportar este duro sacrificio, porque ya casi no tengo energías para seguir luchando”. Fue entonces, cuando empieza a recordar todos los momentos felices con su pequeña Jennifer, desde su nacimiento, hasta los últimos instantes que estuvo a su lado. Por lo tanto, se arma nuevamente de valor, reiniciando su dura marcha. Aunque las terribles espinas seguían clavando sin piedad su frágil piel, continúo adelante. Y entre quejidos, llantos, gritos de dolor y con los pies manchados con gotas de sangre; finalmente lo logra. Por lo tanto, en ese preciso momento, el fantasma hace su reaparición diciéndole: “Es increíble, pero pudiste pasar la segunda prueba. Entonces acompáñame, iremos a otro lugar”.
A pesar de todo, llegan a un lejano y remoto sitio, detrás de una gran cadena montañosa, en donde el frío traspasaba los huesos, el cual era intolerable, y el que reinaba en ese lugar. Así es que, el espectro, nuevamente se dirige a Elena y dice: “Este lugar es el Tibet, "El país de las nieves", aquí el frío es extremo, y se mantiene durante todo el año. Lo que deberás hacer, es atravesar el río que esta frente a nosotros, el que es bajo y estrecho, pero horriblemente helado. Por lo tanto, tienes que sacarte la bata y cruzarlo totalmente desnuda, tratando de evitar morir congelada hasta llegar al otro lado del río”. En consecuencia, después de estas indicaciones; el espíritu se esfuma rápidamente.
Aun así, herida y maltratada, la valiente Helena se dispone para realizar la difícil prueba. Sin embargo, antes de entrar al agua, ya creía morir de frío. De todas formas, se saca la bata, y una ves mas decide intentarlo. Por ello, apenas puso un pie en el agua, sintió como el hielo de esta se los quemaba, y cuando se introduce totalmente al río, se percata que su cuerpo se estaba congelando casi por completo. Experimenta como el hielo sube lentamente por sus piernas, caderas, brazos, espalda; hasta que la desesperación se apodera de ella, pensando que tal ves, moriría de hipotermia. No obstante, recordó que si fue capaz de superar las dos pruebas anteriores, como no habría de hacerlo esta ves. Así pues, saco fuerzas de la nada, con el objetivo de seguir avanzando. Por tanto, ya faltaba poco para llegar al otro extremo del río, cuando repentinamente; un terrible calambre paraliza una de sus piernas. Entonces replico: “¡Dioos míooo!, ¡noo puedee seeer!” Por ello, la afligida Helena no podía creer lo que estaba pasando, simplemente no sabia que hacer. En consecuencia, se percato que tenía dos opciones: Morir congelada en aquel lugar, y no ver más a su hija, o solo un milagro la ayudaría a seguir. Por lo tanto, estaba exhausta, pensando que por motivo del imprevisto calambre en su pierna, perdería la vida en ese lejano sitio. Por esa razón, recuerda nuevamente a su pequeña; imaginaba abrazándola, besándola, y acariciando su pequeño y tierno rostro. Cuando de pronto, el milagro se hizo realidad. Poco a poco, el calambre comienza a desaparecer, así es que, la valiente mujer, con un esfuerzo sobrehumano llega hasta el otro lado del río, pudiendo finalmente completar la terrible prueba. Por tanto, el implacable espectro rápidamente aparece y dice: “Lo que es capaz de hacer una madre por amor a sus hijos, es sorprendente. Así es que, solo queda la ultima prueba, si logras pasarla, traeré a tu hija de vuelta, y yo podré al fin descansar en paz”.
No obstante, ya para entonces; Elena estaba desnuda y casi no tenía fuerzas. El hambre, el frió, y el dolor tanto físico como espiritual, prácticamente la estaban matando. A continuación, le dan convulsiones en todo el cuerpo, y ya casi no podía hablar ni mantenerse en pie. De todas formas, el peculiar fantasma la transporta para llevarla a un punto diferente.
Sin embargo, aparecen en una solitaria isla, y van en dirección a una cueva cerca de la costa. Por lo tanto, el fantasma se voltea hacia Elena y le indica nuevamente: “A esta la llamo: “La caverna del tormento”, la que esta llena de peligros, por ello, esta infestada de arañas, serpientes, murciélagos, alacranes, y todo tipo de criaturas venenosas. La ultima prueba consiste en que debes entrar en la cueva, tal como estas, desnuda, y sin ninguna protección, hasta encontrar la salida. Si no lo haces antes de que yo vuelva, te quedaras encerrada en esta caverna para siempre”. Luego de estas palabras; el espectro desaparece ante sus ojos. Mientras tanto, Elena se dispone para entrar en la cueva, a paso sigiloso y casi moribunda. Al internarse en ella, una enorme y escalofriante sensación de temor invadieron todo su cuerpo. A pesar de eso, continúa avanzando lenta y paulatinamente, con los pies descalzos, heridos, con su piel lastimada, y su alma prácticamente deshecha.
Aun así, era increíble el inmenso amor por su pequeña Jennifer, lo cual era lo único que la mantenía en pie. A pesar de todo, la oscuridad de la caverna era total, lo que hacia mucho más difícil aun la durísima prueba. Sin embargo, desnuda, sin nada con que protegerse, y caminando prácticamente a ciegas, continuo avanzando solamente siguiendo su instinto. Colocando sus manos en frente de ella, podía al menos tener una idea, de lo que podría encontrar mas adelante. De pronto, tropieza con algo, al parecer una piedra que sobresalía del suelo, cayendo estrepitosamente y golpeándose fuertemente una de sus rodillas. La pobre mujer se detuvo un instante, para tratar de calmar su dolor cuando de repente, escucha un gran revoloteo que se dirige hacia ella. Se trataba de una bandada de murciélagos vampiro, que rápidamente la atacan. Así pues, los gritos de horror y dolor de la desafortunada mujer, se escucharon en toda la caverna. Las aterradoras criaturas mordían sin piedad su carne, para beber su sangre, hasta que la joven madre ya no pudo mantenerse en pie, desplomándose en el piso. Al cabo de una hora aproximadamente, poco a poco, abre sus ojos, y con gran valor intenta incorporarse una vez más para seguir con su difícil tarea. En realidad, toda esta engorrosa situación se volvió una verdadera pesadilla para ella, la cual era demasiado dura, por lo tanto, rompe a llorar desconsoladamente, pensando que tal ves no podría continuar. En consecuencia, por motivo de la perdida de sangre causada por los murciélagos, se siente cada ves mas débil, cuando en ese preciso momento, experimenta algo que sube lentamente por sus pies, percatándose horrorizada que se trataba de cientos de cucarachas que comenzaron a morderla despiadadamente. La mordida de cientos de insectos fue insoportable, por lo tanto, se dio cuenta que toda esta situación era demasiado para ella, y termina diciendo: “¡Ooo Dioos míooo!, ¡me rindooo!, ¡ya no pueedoo maaas!” Pensando que si moría en esa cueva, que seria de su pequeña Jennifer sin su madre. Después de esto, una ves más pierde el conocimiento, y finalmente cae al suelo.
Quien sabe cuanto tiempo transcurrió, desde la última vez que Elena cayo inconciente en el piso de la fría caverna. De todas formas, aun se encontraba con vida, y despierta paulatinamente una ves mas, y con voz entrecortada y quejumbrosa dice: “Yo no soy una mala mujer, Señor mío, ¿porque me castigas de esta forma?” Cuando de repente, un pequeño destello de luz se divisa a lo lejos, por ello, la valiente Elena no podía creer lo que veían sus ojos, pero al parecer, por fin era la salida. Lo que fue un verdadero milagro para ella. Por esa razón, se armo de las últimas energías que le quedaban, y casi arrastrándose, se dirige hacia ella. Solo le faltaban unos cuantos metros para llegar, cuando repentinamente, algo pasa a trabes de sus pies. Por sus evidentes características se trataba de una serpiente, la que aparece de la nada atacándola velozmente, hincando sus letales colmillos en una de sus piernas, e inyectándole su mortal veneno, así es que, el fuerte grito de dolor fue inevitable. De todos modos, no quiso detenerse, hasta que por fin logra salir de la infernal caverna. En consecuencia, hace su reaparición el implacable fantasma, dirigiéndose a Elena para decirle: “¡Es impresionante!, pero pudiste superar todas las pruebas, así es que, por fin podré descansar en paz, y tú podrás ver finalmente a tu hija. Por lo tanto, ella débilmente responde: “Pero me atacaron murciélagos, los que bebieron parte de mi sangre; y fui mordida por una serpiente, y siento como me estoy muriendo. ¿De que forma podré cuidar a mi pequeñita?, ¿Cómo voy a besarla, acariciarla, y abrazarla si estoy muerta? ¿Acaso todo mi sacrificio y esfuerzo fueron en vano?” Pero el espectro sin decir nada, sigilosamente desaparece. Por esa razón, la desdichada Elena, con gran dificultad termina diciendo: “Mee estooyy muriendooo, nuuncaaa máas podree veer a miii hiijaaaa”…..Hasta que definitivamente la pobre mujer se desvanece.
Repentinamente, suena la alarma del reloj, y Elena despierta súbitamente, percatándose que todo fue un mal sueño. Por esa razón, la invade una alegría indescriptible, observando maravillada que a su lado, dormía placidamente su pequeña Jennifer, al igual que un bello ángel. Así es que, con el rostro empapado en lagrimas de inmensa felicidad, suavemente la despierta y la abraza fuertemente contra su pecho, besándola incansablemente una y otra ves. Por ello, desde esa noche, todo vuelve a ser como antes. La madre le sigue leyendo cuentos a Jennifer, ven nuevamente Televisión, vuelven a jugar y rezar juntas. Porque después de Dios; el amor de una madre es lo mas grande y fuerte que existe.