El amor no es mas que un proceso, como cualquier proceso de vida; no es el
romántico e idealizado que se ve en las películas; tampoco es cierto que el
amor de antes fuera mejor y más duradero que el de ahora; eso es un mito,
¿Cuantos de nosotros crecimos viendo que nuestros abuelos dormían en ca-
mas separadas? o conocimos de alguna tía que llevó una vida muy infeliz, pe-
ro después de 50 años de casada por todas las de la ley, ahí seguía, seguía...
seguía siendo infeliz; pues el matrimonio se creía, era para toda la vida.
Ahora bien, si el amor es un proceso, entonces sigue cierto patrón evolutivo...
y un buen día nace: Cuando la veo pasar y su sonrisa me atrapa, sus grandes
y vivos ojos se atrevieron a escanearme y creo que no le soy indiferente, el
flechazo de cupido fue certero; surge el enamoramiento, de esos que son a
primera vista.
¿Cuanto dura este proceso de enamoramiento?
Creo se puede afirmar categóricamente, que no más de 6 meses; pues de manera imperceptible se pasa a la fase siguiente y se instalan los involucrados en la más bella y algunas veces, la mas falsa manifestación del amor; el amor romántico, que no es más que un abanico de manifestaciones idealizadas; es el amor de personajes de telenovela que todo lo pueden y todo lo lograran; sus cimientos, son de fantasía; no les permite ver los defectos del otro; hay mucha tolerancia alimentada por las expectativas; pero... ¿Cuando se acaba verdaderamente la fantasía?
Apegándonos a todo proceso evolutivo se puede decir que comienza poco an-
tes de los 6 meses de iniciada la relación y se puede extender hasta un máxi-
mo de 4 o 5 años. En esta etapa es donde la mayoría de las parejas, deciden
formalizar su unión, mediante el matrimonio; por eso es que se casa uno, muy
enamorado(a).
El vínculo a largo plazo viene después y quienes tienen mayores probabilida-
des de avanzar en crecimiento y madurez; son aquellas parejas que se enamoraron teniendo cierta similitud, gustos y ambiciones en sincronía, no necesariamente iguales, pero si con un común denominador. Y por el contrario, existe la contraparte; de manera opuesta nos pueden llamar la atención personas diferentes y pensamos que son nuestro complemento, que son la mitad que nos faltaba, nuestra media naranja, pero... ¡Sorpresa! estadísticamente este tipo de combinaciones complementarias; no dan buen resultado; las relaciones maduran solo cuando se comparten proyectos comunes, ideas afines, objetivos compartidos; pues se camina y se avanza hacia un mismo horizonte.
Esto quiere decir que si ¿puede haber amor para siempre?
Si la relación madura sí, pero si el vínculo no pasó la prueba y se fracturó en
la segunda etapa; se empezó a morir en la fase del amor romántico y no tuvo
ni siquiera la oportunidad de sentar las bases para una relación de largo plazo,
porque seguramente inició con la idea del amor complementario y basado so-
bre todo, en grandes diferencias que suelen ser irreconciliables, cabe señalar
al respecto, que más del 50 % de los matrimonios en crisis, se fracturaron en
esta segunda fase, por la ilusión de falsas expectativas y por una falta de com
promiso por alguna de las partes o por ambas.
Existe el amor para siempre entonces, ¿Si o no? Desde luego que puede exis-
tir, pero no tiene bases, si no logró evolucionar y pasar de la fase romántica a
la del amor maduro. El amor romántico, es más bioquímico y el amor maduro y a largo plazo es un amor más de orden social, es menos instintivo. Es el poder decir, "conozco el lado luminoso de tu vida, pero también el lado oscuro y con plena consciencia de ello, he decidido caminar junto a ti, porque te amo y no deseo cambiarte nada, quiero construir una vida junto a ti"
¿Qué se necesita entonces para que una relación madure?
Se requiere ante todo comunicación, mucha comunicación, compromiso, leal-
tad, deseo de renovación, no romper nunca el puente da la comunicación: no
perder la oportunidad de mirarse frente a frente, de apagar la pantalla, de ce-
rrar el periódico, de restarle poder y atención a la telefonía móvil, de escuchar,
de ponerle a tu pareja, toda la atención; que no se apague el deseo y el gusto por hacer cosas que agradan al otro y que se hagan con gusto porque no significan sacrificio, sino una manera de dar y recibir amor mutuamente.
Si comprendiéramos que los componentes del amor adulto son entender y a-
tender las necesidades afectivas, sexuales y sociales de nuestra pareja, no
existirían tan altos indices de infidelidad, masculina o femenina. Para el caso;
es lo mismo, hombres que descuidan a sus mujeres, mujeres que descuidan
a sus maridos. ¿Porqué?... No es por mala suerte, no es por una mala fortuna,
es por ser irresponsables; encontrar pareja, resulta muy fácil con las opciones
que da la vida moderna, pero una relación seria y duradera, se construye con
actitudes, con hechos, no con palabras y promesas. Si se tratara a la pareja
como se le trata a un buen amigo(a) otros resultados se verían...a los amigos
no se les grita, no se les humilla, no se les insulta ¿Porqué a la pareja si se le
pude hacer esto y más?
El amor sigue siendo víctima de una sociedad en crisis, lo mata la ignorancia,
la apatía, el aburrimiento, la falta de compromiso, la mercadotecnia y su falso
mundo de ilusión, muere a diario; lo matamos todos un poquito al callar lo que
nos duele, lo que nos incomoda; vamos... le contamos al amigo, al amiga lo
mal que nos sentimos; lo mal que nos tratan, ellos nos escuchan; pero no van
a resolver nuestros problemas.
Ante quien debemos hablar y señalar nuestras carencias de afecto, frustracio-
nes, necesidades o decepciones es con quien vivimos; es clamar a quien ele-
gimos bien o mal, como pareja y si no es suficiente clamar... hay que reclamar,
entendiendo bien el término, reclamar es volver a hablar, volver a señalar la
falta, el olvido, la indiferencia; buscando siempre una solución... el amor final-
mente, no es como lo imaginamos...
“El amor es, como nosotros queremos y permitimos que sea”