Fui. Vi frente a frente a aquel que no le importó lastimar mis sentimientos.
El, en su actitud de ofendido, sacó su mejor postura. Primero, el dolido por mi acto de traición al enviarle un mensaje a aquella que él dice amar, aquel día de enojo e intenso dolor en el que los vi juntos en un centro comercial a tan solo poco tiempo de mi ruptura con él.
Claro, dicho mensaje no podía contener bellas palabras...
Y luego, ya suavizado por nuestra conversación, la cual empecé yo por iniciativa propia con el propósito de quedar en buenos términos, sanar y pasar la página dos meses después de nuestra abrupta ruptura (¿fue eso o un grito desesperado de mi alma que aún decía te amo?) se mostró con ese vestido de vulnerabilidad que se suele poner a veces cuando alguien lo ha tratado con amor...
Aquel vestido de niño, de postura indefensa de quien un día me enamoré. Me pregunto, ¿que sentirá en verdad su corazón? ¿qué piensa cuando se acuerda de mí? ¿será que en verdad solo recuerda lo malo? ¿será que en verdad dentro de él no hay mas que indiferencia y desamor? ¿o fue un miedo profundo hacia algo desconocido?
No. Lo sé. No pertenezco a su mundo. No soy así.
No soy como él, ni como sus compañeros.
Ni estoy tampoco en esa etapa de la vida...
Quizás mi amor por el fue producto de una idealización surreal...
Un sueño...
Un anhelo por vivir...
Un deseo de sentirme viva...
¡Y si que me sentí viva!