Hola chicas hoy estoy muy triste, alguien mató a mi perrita y no se sacar mi tristeza de otra manera más que escribiendo. :'(
Maya.
Recuerdo perfectamente el día que la vi por vez primera, era una bolita peluda que hurgaba entre el desastre de basura que por la noche hizo mi Pedro Jack, mientras le dedicaba amenazas en mi mente a ese perro prolijo y travieso, vi que algo se movía entre aquel desbarajuste, la vi y me vio, sus ojitos emitían un brillo intenso de ternura que despertaron en mi el deseo de protegerla.
La llamé ya con docenas de nombres para ella dando vueltas por mi mente, sin miedo se acerco a mí. ¿Qué haces entre la basura? Le pregunté. Esa es una manera no muy digna de buscar comida. Le dije
Tomé un poco de alimento de mi gato Charlie y se lo acerqué. Agradecida movió la colita y ya no se fue. Su aspecto era muy peculiar, era muy gordita, nunca bajó de kilos, más que unos pocos cuando tiempo adelante fue mamá y tocó que amamantara a sus cachorros. Me encantaba mirarle las orejas, siempre pensé que estaba mal armada, tal parecía que se las habían colocado al revés, su lengua la tenía de dos colores, parecía que hubiera chupado una paleta de esas que dejan la lengua pinta. Creció y no, pues crecía de sus facciones, se iba notando su madurez pero en lo físico creció poco, siempre fue chaparrita, era brava cuando tenía que serlo, lo era más que mi perro Jack, yo la observaba cuidar el limite de la casa y no dejaba pasar a ningún perro y a extraños menos.
Hoy el remordimiento me juega una mala pasada pues recuerdo que hace tiempo, salimos de viaje y también la dejamos encargada, el día que llegamos la busqué pero no la hallé, alguien nos informó que la había visto en la casa de la esquina, que allá estuvo varios días, pues mataron un cerdo y supongo que le daban probaditas de carne, la verdad es que desde un principio se les vio la intención de quedarse con ella, yo lo habría hecho pues era un amor de cachorrita y estaba muy bonita. Esa misma noche fuimos a buscarla y nos dijo el señor de la casa que andaba por ahí, le dije que por favor apenas la viera la mandara para mi casa.
No lo hizo pero la perrita agarró por ir y venir, llegaba, estaba la tarde y se volvía a ir toda la noche. No me gustaba esa actitud y confieso que algunas veces la regañé y otras tantas la encerré y otra vez la corrí con la escoba, me dolió el corazón pero lo hice con las lágrimas casi brotando. Recuerdas Pat Castilla que te pregunté como hacía para que mi perrita no se fuera? Me dijiste que le untara manteca en los bigotes.
Ahí me tienen siguiendo el sabio consejo de mi hermana, que se murió de la risa cuando le dije que le unté manteca hasta en las patas y no funcionó, sólo le provoqué diarrea pues se la di a cucharadas también… aun recuerdo que me dijo algo así como: si serás mensa… ¡Aun no está comprobado!
Me quedé sintiéndome ridícula… Lo que hace una por cariño a los perros… Total que me rendí, entendí que había tanto amor, tanta generosidad en su corazón que Maya había decidido que alcanzaba para dos familias. Así fue que la dejé ir y se siguió dividiendo entre las dos casas todos los días. Llegaba por la mañanita y yo salía y la llamaba y me brincaba encima y jugueteaba un rato conmigo, me encantaba ese momento de la mañana. Mi remordimiento es porque me pregunto si de haberla dejado allá desde un principio, quizá no le habría pasado nada. Pero también recordé la manera en la que Maya volvió a casa para quedarse hasta el día de su muerte... Un día la naturaleza hizo su llamado, era hora de reproducirse y eso ya no le gustó a la familia que supuestamente la quería tanto como nosotros. La corrieron a la mala, ya no la quisieron en su familia solo por que siguió su naturaleza. A mi no me importó, con panza o sin ella yo la seguía queriendo lo mismo y hasta más, por las tardes salíamos a caminar en el campo deportivo y ella, arrastrando la panza y toda fatigada iba tras nuestro. Una tarde que íbamos para el campo, encontramos a las personas con las que había vivido ese tiempo que aquí relato, yo me fije en la actitud de mi Maya y vi que una sombra de tristeza ensombreció su carita. ¡Podría jurarlo! Entonces se sentó ahí en la banqueta y solo se les quedó mirando, podría decir que con un nudo en la garganta. Se quedó sentadita mientras las miraba entrar en la casa. Yo la llame y después platicando con ella le dije que mendigar amor es tan indigno como buscar comida en la basura. Que yo se lo daba sin condiciones, pareció entender.
Pasamos juntas momentos lindos, nadie sabía pero a veces la consentía de más, para ella eran las galletas que alguien dejaba por ahí olvidadas y que yo no me podía comer por el exceso de azúcar, para ella era la mitad de mi desayuno que no terminaba de comer, cuando esperaba a sus bebes ella comía el doble que el otro perro y las yemas de los huevos hervidos o estrellados que yo no me comía eran para ella, robaba yogurth o gelatina de mi refrigerador para ella o simplemente le daba la parte que me tocaba, por las mañanas se desayunaba un pan aún antes de que nosotros desayunáramos, ni hablar de los cacahuates japoneses o churritos que le robaba a cierta persona y que le daba a ella por debajo del banco del taller “sin que él se diera cuenta” creo que si se daba cuenta pero se hacia el que no y yo adoraba eso y creo que ella lo adoraba más.
Hoy un inconsciente le arrebató la vida a ese ser que solo amor sabía dar, yo no lo vi, nadie lo vio, solo el ruido se escuchó, no quiero envenenarme pensando que lo hizo a propósito, pues en esa calle no se puede ir muy fuerte por que esta llena se hoyancos. No quiero pensar que alguien tenga el alma tan podrida como para ver que está un animal inocente en mitad del camino y con toda la sangre fría pueda aventarle el carro. Mi chaparrita Maya. Nunca ningún otro perrito podrá llenar ese lugar que tu dejaste. No puedo dejar de llorar, pero me consuelo pensando que ahora correteas por el firmamento, que vas brincoteando entre las estrellas, que montas en los cometas y asteroides y que persigues estrellas fugaces por todo el universo. También me consuelo pensando que dejaste un recuerdo muy vivo, vives en esos dos cachorritos que dejaste que nunca van a dejar que te olvidemos, que tienen tu misma mirada, que no sacaron tu tamaño, pero sacaron tus orejas, tan peculiares que pareciera que se las pegaron al revés, que también sacaron tu nobleza, esa nobleza que te caracterizaba…
Si, mi querida Maya vivirás en mi corazón y seguirás viva en Pingüica y Trasto tus cachorritos que yo voy a cuidar.
Gracias por tanto amor mi Maya. Gracias por tanto, gracias por todo...