Supe de ella. Subí las escaleras presurosamente y me dirigí a mi habitación, me quité el chándal y bajo la ducha recordé sus últimas palabras, aún me martilleaban en el cerebro siendo las causantes durante muchos años de mis desvelos nocturnos.
Podría verla de nuevo, decirle que me equivoqué y sí, estaría dispuesta a pedirle perdón, pero… la duda me embargaba, ¿y si ella no quería verme? Nuestro último encuentro fue tan brutal… ya fuera de la ducha saqué del armario unos vaqueros y un jersey, una vez vestida y con el cabello aún mojado salí precipitadamente de casa, subí al coche y saqué del bolso el papel donde se podía leer la dirección de aquel lugar donde se hospedaba.
Permanecí largo tiempo en el interior del coche estacionado frente al edificio, estaba muy nerviosa y apurando mi segundo cigarrillo decidí enfrentarme a ella, baje de mi automóvil con las piernas un tanto temblorosas y encaminé mis pasos hacia la puerta principal, llamé al timbre y casi al instante se abrió aquella hoja acristalada, una chica uniformada de blanco me preguntó a quién quería ver, le di su nombre y me invitó a seguirla…
El pasillo era o al menos a mí me lo pareció, enorme de largo y al final a la derecha empujando la puerta del habitáculo, dejaba ver un amplio ventanal orientado al jardín cuya luz hacía destacar con más pulcritud aquellas inmaculadas paredes, y ella… estaba allí, en medio de la habitación, en una cama casi incorporada, con la vista perdida en el infinito… me acerqué y le hablé con voz temblorosa y alzando la vista me miró, me sonrió… - Hola cariño, ¿terminaste ya tus deberes? -
Colaboración de
Satur
España