Señor, enséñame entender a mis hijos para poner atención pacientemente a lo que me tienen que decir; responder a todas sus preguntas resolver todas sus dudas. No me dejes contradecirlos ni interrumpirlos, haz que sea yo tan cortés con ellos como me gustaría también que fueran conmigo.
Ayúdame a que nunca me ría de sus errores o los ridiculice cuando crea que no me siento satisfecho con lo que hacen. Haz que nunca los castigue por satisfacción egoísta o nada más por demostrarles mi fuerza; no me dejes inducir a mi criatura a robar o a mentir...
Y guíame de hora en hora para que pueda demostrar con todo lo que diga o haga, que la honradez causa felicidad reduce la crueldad y el egoísmo que llevo en mi sangre, y cuando yo pierda la cabeza corten mi lengua para que no ofenda a nadie.
Que siempre yo en mi mente que mis niños y que no debo esperar de ellos el buen juicio de los adultos. No me dejes robarle la oportunidad de hallar su felicidad y de hacer sus propias decisiones.
Dame la grandeza de concederles lo que me pidan si es razonable, el valor para negarles los privilegios que sepa yo que les harían daño.
Hazme ser justiciero, bondadoso y digno.
¡Oh señor! tú eres el ser más bondadoso y amado haz que mis hijos te imiten en todo. Así sea.
Dedicado a mis hermanas
Colaboración de
Martha Rocío Casillas Arista
México