Hace muchos años
que nació en Belén
el Rey de este mundo
del cielo también.
María y José
felices estaban
arrullando al niño
que siempre soñaba.
La estrella llenaba
de luz el portal
llamando los pasos
con voz fraternal.
Cuidaban la entrada
la mula y el buey,
ciudaban confiados
al pequeño Rey.
Cantos celestiales
toditos oían,
más no sabía nadie
de dónde venían.
Poco a poco bajan
lindos angelitos,
andinos, llaneros,
costeños, guajibos.
De Bobures llega,
llega San Benito
que es un Santo negro,
negrito, negrito.
Los niños llaneros
bailan un joropo
y los orientales
le cantan un polo.
Una mariposa
de lindos colores
lo lleva en sus alas
dónde están las flores.
El Turpial le brinda
su precioso trino
y para que duerma
le ofrece su nido.
Los niños andinos
entran por un lado,
con sus frailejones
y el perro Nevado.
Pemone, guaraos
y maquiritares,
tocan sus maracas,
cantan sus cantares.
Llegó de Miranda
el cacao caliente
para el desayuno
del día siguiente.
Y los campesinos
no traen presentes,
pues no les alcanza
para tanta gente.
Empuja la puerta
la gaita zuliana
y juntan el canto
noche y madrugada:
Ahí viene la cabra mocha
de Josefita Camacho.
Es mocha de los dos cachos,
del rabo y de las orejas,
y por eso es que no deja
que la cojan los muchachos.