Aún en estado alfa, mi ser inconsciente vive… Aún en estado alfa, en la noche, se nublan los sueños y la vista se clava en los recuerdos, y los anhelos, y rompo a llorar sola, confusa, cuando nadie está ya a mí alrededor… Mi llanto se pierde en el sordo gemir de mi pecho ahogado de triste impotencia.
¿Existen mis lágrimas? ¿Existe de verdad mi pesar? Reflexiono… Me incorporo en la oscuridad y suspiro en silencio una y otra vez, cada noche otra vez y de nuevo se da… Me entrego al sentir amargo del insomnio. Ya completamente despierta pienso en la felicidad, mi felicidad, me pregunto una y mil veces si seré capaz de alcanzarla, aunque sea un instante diminuto y de retenerla una eternidad perseverante…
Felicidad, felicidad… ¿Existe en realidad a mis ojos? Felicidad, sentimiento escurridizo entre las manos de mi cuerpo incrédulo. Amor, precioso amor… Dolor, dolor sabroso y reconfortante, no puedo vivir sin ti, deseo excluirte al fin y aferrarte a mí con fuerza… Aún en estado alfa, mi mente me traiciona y me dice la verdad, verdad de la que quiero escapar y no saber…
Miro fijamente mis manos temblar, la noche es fría, mis ojos secos piden a gritos descanso… Quiero mecerme ya en las olas de mis sueños nebulosos, de mis sentimientos más profundos, quiero… Quiero ser yo mismo en otra dimensión, descansar el alma con el cuerpo en comunión… Pero duermo solamente, el cuerpo tiembla y llora, la mente divaga en pesadillas de mis mismos pensares y mis mismos temores y diferentes demonios, deseo descansar, quiero tratar…
En lucha contra mi misma, un rayo de luz se asoma por la ventana. Acaso ¿ya amanece? ¿Es tanto lo que en lamentos sollocé? La noche ha terminado y mi descanso aún espera… De algún modo la luz del amanecer me lleva a una extraña tranquilidad inesperada, deseada, segundos antes no encontrada… Segundos, minutos, horas, una eternidad.
Ahora deseo dormir, puedo hacerlo ahora… La luz me acompaña, ya no estoy sola. No debo cerrar mis ojos, no puedo hacerlo ya, la luz del sol me lleva a sonidos familiares y cotidianos que me susurran al oído y me invitan y me obligan. ¿Dormir? Ahora no. Soñar, tal vez, con ojos despiertos…
Cuando el reloj vuelva a mi hora crucial, la tranquilidad me abandonará junto con la llegada de la luna y su oscuridad. Y, aún en estado alfa viviré mi tristeza y desgano, de nuevo, una y otra vez, acabando mi alma sin sentido y creyendo acciones e inventando penas y produciendo lágrimas que ya no tengo… Aún en estado alfa.
Colaboración de
Candy
México